El Tratado de Utrecht puso fin a la Guerra de Sucesión en su vertiente internacional. Para que Felipe V pudiera reinar, España tuvo
que ceder a otras potencias todas sus
posesiones en Europa y algunas ventajas
comerciales con América. La gran
beneficiada en este tratado fue Inglaterra. España, por su parte, quedaba relegada a potencia de
segundo orden dentro del continente
europeo. A largo plazo la pérdida de las
posesiones europeas no fue tan grave
para España. Sí que lo fueron, en cambio, las ventajas comerciales en América que se concedieron a
Gran Bretaña.
El Tratado de Utrecht puso fin a
la Guerra de Sucesión. Para dar por
finalizada la guerra y permitir que Felipe de Anjou reine en España con el nombre de Felipe V, las
potencias europeas que habían apoyado a
Carlos, además de prohibir la unión en una sola de las Coronas de Francia y España, reclamarán las
posesiones españolas en el continente
europeo así como otras ventajas comerciales. De este modo, España era la gran sacrificada
de una guerra en la que, en teoría, lo único
que se discutía era la herencia de su Corona.
La gran beneficiada en el Tratado de Utrecht será Inglaterra.
Además de dar Gibraltar y Menorca a los
ingleses, España tuvo que hacer dos importantes
concesiones en el comercio con América: el navío de permiso y el monopolio en el comercio de
esclavos, el llamado Asiento de Negros.
Además de Inglaterra, Austria se quedó casi todas las posesiones
que aún le quedaban a España en Europa.
Por su parte, Saboya, pese a su papel marginal
durante la guerra, también recibió algunas posesiones. En el siguiente mapa podrás apreciar dónde se
encontraban las posesiones que España
perdió tras el Tratado de Utrecht Como
ves, algunas de las consecuencias de este tratado tienen su reflejo en la actualidad: España perdió
Gibraltar en 1713 y desde entonces sigue
siendo una posesión británica. No ocurrió así con Menorca, que volvería finalmente a manos
españolas casi un siglo después.
Por otro lado, tras este tratado España se quedó sin sus posesiones en Europa, lo que la convertía en una potencia de segundo orden dentro del continente. Las pérdidas de Flandes,
Luxemburgo y las zonas italianas no
fueron a la larga demasiado graves para España, pues aportaban más problemas que beneficios. Sin embargo, las ventajas comerciales en América que se le concedieron a Inglaterra
(el comercio de esclavos y el navío de
permiso) abrieron una grieta en el monopolio español con sus colonias que traería graves perjuicios a
España.
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