viernes, 6 de enero de 2017

HISTORIA. La Paz de Utrecht y el nuevo orden europeo

El Tratado de Utrecht puso fin a la Guerra de Sucesión en su  vertiente internacional.  Para que Felipe V pudiera reinar, España tuvo que ceder a  otras potencias todas sus posesiones en Europa y algunas  ventajas comerciales con América.  La gran beneficiada en este tratado fue Inglaterra. España,  por su parte, quedaba relegada a potencia de segundo orden  dentro del continente europeo.  A largo plazo la pérdida de las posesiones europeas no fue tan  grave para España. Sí que lo fueron, en cambio, las ventajas  comerciales en América que se concedieron a Gran Bretaña. 

El Tratado de Utrecht puso fin a la Guerra de Sucesión.  Para dar por finalizada la guerra y permitir que Felipe de Anjou reine en  España con el nombre de Felipe V, las potencias europeas que habían  apoyado a Carlos, además de prohibir la unión en una sola de las Coronas  de Francia y España, reclamarán las posesiones españolas en el  continente europeo así como otras ventajas comerciales. De este modo,  España era la gran sacrificada de una guerra en la que, en teoría, lo único  que se discutía era la herencia de su Corona. 

La gran beneficiada en el Tratado de Utrecht será Inglaterra. Además  de dar Gibraltar y Menorca a los ingleses, España tuvo que hacer dos  importantes concesiones en el comercio con América: el navío de  permiso y el monopolio en el comercio de esclavos, el llamado Asiento  de Negros. 

Además de Inglaterra, Austria se quedó casi todas las posesiones que aún  le quedaban a España en Europa. Por su parte, Saboya, pese a su papel  marginal durante la guerra, también recibió algunas posesiones.  En el siguiente mapa podrás apreciar dónde se encontraban las  posesiones que España perdió tras el Tratado de Utrecht  Como ves, algunas de las consecuencias de este tratado tienen su  reflejo en la actualidad: España perdió Gibraltar en 1713 y desde  entonces sigue siendo una posesión británica. No ocurrió así con  Menorca, que volvería finalmente a manos españolas casi un siglo  después. 


Por otro lado, tras este tratado España se quedó sin sus posesiones  en Europa, lo que la convertía en una potencia de segundo orden dentro  del continente. Las pérdidas de Flandes, Luxemburgo y las zonas italianas  no fueron a la larga demasiado graves para España, pues aportaban más  problemas que beneficios. Sin embargo, las ventajas comerciales en  América que se le concedieron a Inglaterra (el comercio de esclavos y el  navío de permiso) abrieron una grieta en el monopolio español con sus  colonias que traería graves perjuicios a España.    

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