martes, 10 de enero de 2017

Del sistema político de los Austrias al absolutismo de los Borbones

Si durante la Edad Media el sistema político que había predominado fue la monarquía feudal en el que el rey compartía su poder con otras instituciones (estamentos privilegiados, las ciudades, las cortes…) ya durante la Baja Edad Media vemos como el rey inicia un camino para recuperar el poder absoluto, provocando el descontento de la nobleza y numerosas revueltas nobiliarias (pero eso ya lo hemos visto en temas anteriores). Este reforzamiento del poder real es ya notorio con la llegada de los Reyes Católicos, donde ya la monarquía feudal se ha transformado en una monarquía autoritaria donde el rey ya ostenta casi todo el poder pero debe mantener los privilegios de ciertos grupos, no sólo privilegiados, como la alta nobleza y la Iglesia, sino también de una burguesía enriquecida que comienza a introducirse en los consejos reales y de la que saldrán gran parte del funcionariado letrado e instruido en las universidades, además debemos recordar la particularidad de la unión de los reinos españoles que conllevó la existencia de diferentes reinos con diferentes instituciones y leyes bajo una misma monarquía, así podemos ver como en Castilla se afianza este autoritarismo mientras que en Aragón podemos hablar de una monarquía pactista que debe gobernar junto con las cortes y atendiendo a sus propios fueros.

Tras los Reyes Católicos, y casi de rebote, se instala en España la dinastía de los Habsburgo o los Austrias de la mano del rey Carlos V (nieto de los reyes Católicos). En esta época, ante todo estaba la figura del rey, junto a ellos estaba el consilium que era gente que le aconsejaba, esto se traduce en la existencia de un sistema polisinodial basado en los Consejos u órganos colegiados (constituidos por un grupo de personas), que podían ser temáticos (Hacienda, Inquisición…) o territoriales (Castilla, Aragón, Indias…)de los más de diez que había eran 5 los más importantes y poco a poco el de Castilla se fue imponiendo al resto y pasó a denominarse Consejo Real.  La polisinodia hispánica era la forma de funcionamiento de la monarquía hispánica, la cual se basaba en una serie de consejos territoriales y especializados en los que personas destacadas aconsejaban al rey para el buen funcionamiento de los reinos. Existían catorce consejos, trece en Madrid (Aragón, Indias, Castilla, Italia, etc.) y uno fuera, el de Navarra. Los más importantes eran el consejo de Hacienda y el de Castilla.   

Después del rey estaba el virrey y también cobró importancia la figura del Secretario General. Hay que recordar que cada reino tenía autonomía propia.   
El sistema de gobierno de los reyes de la casa de Austria en los reinos hispánicos durante los siglos XVI y XVII se denomina monarquía hispánica.        
Por lo tanto la imposición en España de una monarquía absolutista al modo francés se vio limitada por los privilegios forales de los reinos no castellanos como Aragón, Navarra, etc. que  si se contradecían se cumpliría el contrafuero.            

Desde el reinado de Felipe III (1598-1621) los reyes cedían parte de sus funciones en validos que tenían poder de decisión. Ejemplos son el Duque de Lerma valido de Felipe III y el conde-duque de Olivares valido de Felipe IV.            

La Dinastía de los Borbones llegó a España en el año 1700 y establecieron un sistema de gobierno heredero del absolutismo francés, de donde provenía la nueva dinastía. Los borbones iniciaron reformas tendentes a la unificación y uniformación de los reinos españoles (que quedará plasmado en leyes como los Decretos de Nueva Planta) así como a una modernización y racionalización del Estado    
Las reformas en la Nueva España se encaminaron a centralizar el poder político con el objetivo de realizar un bloque de poder a los grupos dominantes que ocupaban puestos en la estructura de gobierno (virrey, caciques, locales y regionales); debilitar y controlar a las corporaciones más poderosas del momento (Iglesia y Consulado de Comerciantes); cambiar la política económica con la finalidad de incrementar los ingresos hacia la metrópoli y modernizar el pensamiento y la cultura en general.
Entre las reformas político administrativas más importantes esta la restauración del ejército (1756) que promovió su profesionalización; la creación de doce intendencias (1786), las cuales estarían sujetas a tres Comandancias Generales que, a su vez, estaban bajo la jurisdicción de una Superintendencia General. Entre las labores de los intendentes estuvieron la de fomentar la industria, la agricultura local, hacer estadísticas y construir obras públicas. 

La dinastía de los Borbones se identificó con el pensamiento filosófico ilustrado y el absolutismo monárquico: esta combinación, llamada despotismo ilustrado, fue el concepto político dominante durante el siglo XVIII en Europa.

Por un lado, la Ilustración fue un movimiento intelectual representado por destacados pensadores europeos de la época, como David Hume, John Locke, Montesquieu y Rousseau, entre otros, quienes elaboraron nuevas concepciones sobre el ser humano, la sociedad, el poder y el mundo, inspiradas en la observación de la naturaleza y el uso de la razón como principal medio de conocimiento y de acción. Este pensamiento se oponía a los dogmas y creencias religiosas, y defendía la idea del progreso como la más alta inspiración humana. La unión de este ideal con el absolutismo, teoría según la cual el poder de los reyes viene directamente de Dios, y por lo tanto, estos no tienen que responder por sus actos frente a sus súbditos, dio como resultado monarcas que impulsaron grandes obras y reformas en busca del desarrollo económico. Para ello se basaron principalmente en su poder y autoridad en desmedro de las deliberaciones de sus súbditos. Las nuevas monarquías utilizaron sus herramientas de poder para incrementar el bienestar de sus súbditos, situación que en realidad no sucedió, en medio de un régimen político carente de libertades; este procedimiento se resume en la frase "todo para el pueblo, pero sin el pueblo".

Para España, el cambio dinástico significó una nueva orientación del poder monárquico. Los Borbones buscaron modernizar el Imperio español con el objetivo de competir con sus principales rivales europeos: Gran Bretaña y los Países Bajos. El lento sistema de los consejos fue reemplazado por las secretarías (antecedente de los ministerios), compuestas por funcionarios de confianza nombrados por el rey y que ejecutaron sus órdenes en ciertas materias, como marina, guerra, hacienda y justicia. Las principales reformas se realizaron durante el reinado de Carlos III (1759-1788), quien con la colaboración de los nobles ilustrados españoles, modificó el sistema comercial de las colonias, creó nuevas autoridades en América, reorganizó el sistema de impuestos, reformó la agricultura y protegió la industria española.



No hay comentarios:

Publicar un comentario