Estos días hemos visto en clase las colonizaciones de los pueblos mediterráneos y su influencia sobre los pueblos que habitaban la península ibérica, sobre todo los íberos del levante peninsular. Otros pueblos, los pueblos del interior peninsular recibirán de una forma más superficial la influencia de estos pueblos mediterráneos, sin embargo si que evolucionarán en contacto con otra cultura, la cultura celta, proveniente de centroeuropa y portadora del hierro y surgirá así la cultura celtíbera en el interior que toma tanto aspectos celtas como una sociedad menos estatalizada y rasgos culturales célticos y otros aspectos como la adopción del torno de alfarero o cierto tipo de armamento de influencia mediterránea.
Mientras tanto una parte importante de los pueblos del norte siguen ajenos a esta evolución cultural recogidos en pequeñas tribus aisladas en las zonas de valle y montaña, conservando rasgos muy antiguos como una sociedad más tribal (donde se pueden observar rasgos de una antigua sociedad matriarcal), una economía de subsistencia basada en la recolección y la caza o la existencia de lenguas propias antiguas (y no indoeuropeas) similares al vasco.
Hemos
visto como serán principalmente los íberos que habitaban en levante
peninsular los que más van a evolucionar en contacto con estas culturas,
produciéndose sobre ellos un cierto proceso aculturizador que dará como
fruto la evolución de estas culturas ibéricas hacia una fase
orientalizante adquiriendo algunos aspectos de estos pueblos
colonizadores, tales como una mayor jerarquización social y urbanismo (como el caso de Sagunto), una evolución artística hacia formas más orientales, la adquisición del alfabeto y la moneda y a la adopción de nuevos cultos religiosos que se irán mezclando con los cultos indígenas.
Por último, hemos visto como el último paso en esta evolución cultural de los pueblos que habitaban en la península ibérica se va a producir con el contacto con un nuevo imperio, el Imperio Romano, que va a llegar a la Península Ibérica tras la segunda guerra púnica y que acabarán asentándose en este territorio llegando a dominar la práctica totalidad del territorio a finales del siglo I antes de Cristo. La dominación del imperio romano supuso una cierta unificación del territorio con la creación de varias provincias hispana (al principio dos Hispania citerior e Hispania ulterior) que irán evolucionando con el paso del tiempo, a esta unificación y organización administrativa bajo un mismo poder le seguirá un proceso de asimilación del modo de vida romano y su
cultura por los pueblos sometidos que se conoce como romanización. El elemento
humano fue su más activo factor, y el ejército el principal agente integrador, elementos como la ciuadanía romana y la unificación lingüística y religiosa o la cohesión y vertebración del territorio con la creación de ciudades y la construcción de carreteras fueron fundamentales en este proceso romanizador.
Hispania se convertía así en una zona más del Imperio, una de las más estables y cuyo papel fundamental será el de proveedor de materias primas, tanto minerales como agrícolas, al resto del Imperio.
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